miércoles, enero 10, 2007

Ocho siglos del "Cantar del Mío Cid"

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6 de enero de 2007
Ocho siglos del "Cantar del Mío Cid"La obra, primer escrito en lengua castellana, es una de las más grandes de la literatura del medioevo que, junto a la Chanson de Roland, conforma el centro paradigmático de la épica medieval.

FAX PRESS. Madrid Desde que a finales del siglo XIX Menéndez Pidal trascribió el códice del "Cantar del Mío Cid" que actualmente se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid, a nadie se le escapa que este cantar de gesta, que este año celebra su 800 aniversario, es la primera gran obra en lengua castellana. Una obra que ha ido cobrando peso específico hasta ser reconocida como una de las más grandes de la literatura del medioevo que, junto a la Chanson de Roland, conforma el centro paradigmático de la épica medieval. Si bien su estructura es la de una composición poética, los especialistas, como Martín de Riquer, prefirieron siempre la denominación de "Cantar" ya que el término "poema" se reservaba hace ocho siglos a las composiciones escritas en latín, lo que aconseja considerar la obra que cuenta los avatares del héroe de Vivar como un "cantar de gesta".El Cantar del Mío Cid es una obra anónima que narra las hazañas, aventuras y desventuras vividas por Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, durante sus últimos años de vida. Consta de 3.735 versos en lengua romance, de una extensión variable y sin división en estrofas pero agrupados en series con una misma rima asonante. Los expertos apuntan que pudo ser escrito entre los años 1195 y 1207, año en que se fecha la única copia conservada, posiblemente transcrita por un hombre culto, quizás un notario o un letrado acostumbrado al manejo del lenguaje jurídico y buen conocedor de toda la región colindante entre Burgos y la Extremadura aragonesa y castellana en la que se vivía lo que se denominó como "espíritu de la frontera" entre cristianos y musulmanes, y donde surgieron los conocidos como mudéjares, tan bien reflejados en el Cantar.Se desconoce también el verdadero título original de la obra, en el que muy probablemente figurasen los términos gesta o cantar que son los que con más frecuencia se repiten a lo largo del poema que ha llegado hasta nosotros casi completo puesto que tan sólo faltan en el manuscrito original tres páginas, entre ellas la primera.El único ejemplar que se conserva del Cantar se custodió durante el siglo XVI en el Archivo del Concejo de Vivar de donde pasó a un convento de monjas en la misma localidad antes de comenzar un complicado peregrinaje que concluyó con su adquisición por parte de la Biblioteca Nacional en 1960.Son 74 hojas de pergamino repartidas en once cuadernos y encuadernadas en el siglo XV con una tabla forrada con orlas estampadas que en su día tuvo dos manecillas para su cierre. El gran protagonista, Rodrigo Díaz de Vivar, es un héroe atípico, revestido de toda su humanidad y que destaca sobre los demás por sus virtudes y su proverbial valor. El Cid Campeador es el centro de este relato de aventuras, intrigas, batallas, historias de fidelidad y traición, y culto al honor y la gallardía.
Viaje fascinante
Un guerrero burgalés que comenzó su carrera militar junto al rey Sancho II, pero que tras su muerte mantiene una turbulenta relación con su hermano y sucesor, Alfonso VI, que motivó su destierro a tierra de moros y con él, el comienzo de la leyenda del invencible guerrero que se atrevió a pedirle el juramento de Santa Gadea al rey Alfonso VI, que alternativamente puso su famosa espada Tizona -que había pertenecido al rey de Marruecos- tanto al servicio de moros como de cristianos, que tomo la inespugnable plaza de Valencia y allí adoptó el título de príncipe Rodrigo el Campeador, aunque ya entonces todo el mundo le trataba como "Mío Cid".Un fascinante personaje histórico, cuya vida está ampliamente documentada, y que sucumbió en buena parte ante el personaje legendario que consagró el autor del "Cantar del Mío Cid", una odisea medieval que, por primera vez en la historia, se escribió en una incipiente lengua romance que hoy llamamos castellano.