Alcides Dessalines d' Orbigny y su visita a la ciudad de los Reyes
Este bibliotecario a parte de sus meras cualidades
como tal es un gaticu bibliotecario que suele pasear horas por las calles
añejas de esta antigua capital cabeza de los reynos de la mar del sur, y entre
papeles y textos diverso ubico esta interesante descripción de la ciudad
realizado por Orbigny en la década de los 30’s como otros viajeros
decimonónicos realizo una inquietante descripción de nuestra capital…. Dicha
narración salió publicada en su “Voyage dans l'amérique
méridionale : le Brésil, la république orientale de l'Uruguay, la
république Argentine, la Patagonie, la république du Chili, la république de
Bolivia, la république du Pérou, exécuté pendant les années 1826, 1827, 1828,
1829, 1830, 1831, 1832 et 1833” editada en París en 1835 y del que trascribimos
de la edición de “Viaje pintoresco a las dos
Américas, Asia y África: resumen jeneral de todos los viajes y descubrimientos de Colón,
Magallanes, Las Casas, Gomara” editado en Barcelona en 1842 y que corresponde
al tomo II de dichos viajes… lo resaltante de ello es que no es reproducido en
su totalidad por Estuardo Núñez en su
obra “Viajes y
viajeros extranjeros por el Perú” (1989) así como en sus sucesivas ediciones y por
no decir en otros estudios y trabajos que tiene el autor como los elaborados
para la colección del sesquicentenario de la independencia; otra ausencia
notable es la del maestro Porras Barrenechea en su ya conocida e intitulada
obra “Pequeña
antología de Lima, 1535-1935 : lisonja y vejamen de la ciudad de los reyes del
Perú, cronistas, viajeros y poetas ” así como sus respectivas ediciones posteriores…
pasemos pues a la interesante lectura de dicho testimonio de la época…
Se pasa de Callao á Lima, distante dos leguas, por una hermosa
carretera, debida al celo patriótico del Virey D.Ambrosio O'Higgins, marqués de
Osorno, que murió desgraciadamente antes de acabarla. Según su plan que reunía
lo útil á lo agradable, esta carretera debía ser un paseo adornado con sauces
que le dieran sombra, regada por un arroyo en cada lado y con bancos de piedra.
Saliendo del puerto, se ven á la derecha las ruinas de un pueblo indio
construido antes del descubrimiento de la América del Sur. Quedan todavía
algunas viejas murallas de Grecia, de cerca dos pies de grueso y sobre unos
seis pies de altura. A la izquierda está la ciudad de Bella Vista, de la que
depende la parroquia de Callao, y que posee un hospital para los marinos y para
los pobres. A la mitad del camino del
muelle y de la ciudad, hay una hermosa capilla, adornada de un pequeño
campanario, bajo la invocación de Nuestra Señora del Monte Carmelo, patrona de
los marinos, junto á la cual hay una taberna (pulpería) que es sin duda el más frecuentado
de los establecimientos. A medida que se va acercando á la ciudad el terreno es
mejor. Véanse grandes huertas, campos de alfalfa y maíz, y sobre los muros de Lima, vastos vergeles, plantados de
árboles frutales del trópico, regados todos por canales que sacan sus aguas del
Rímac. La puerta que sirve para entrar, presenta la figura de un triple arco de
ladrillo, adornado de cornisas, molduras y pilares de piedra. Las armas de la
corona de España, destrozadas ahora sobre la puerta que adornaban en otro
tiempo, no sirven más que para atestiguar la caída de su imperio en el Nuevo
Mundo.
Así que el viajero
ha pasado este portal, queda pasmado de ver el contraste que presenta el
interior de la ciudad con el aspecto grandioso de su apariencia exterior. Se
halla una larga y sucia calle, compuesta de casas bajas con pequeñas tiendas,
cuyas mercaderías están puestas delante la puerta sobre una mesa. No se usan
vidrios en las ventanas ni lujosos aparadores. Por las calles se ven habitantes
de todos colores, desde el negro africano hasta el vizcaíno de tez blanca y muy
colorada. Por algunos puntos de la ciudad hay una infinidad de almacenes, en
donde abundan las sederías y joyerías francesas al lado de los productos de la
industria británica; por todas partes se hallan mezcladas las modas de Francia
con las de Inglaterra, á pesar de que las hermosas limeñas usan un traje que
les es particular. Por todas las calles observareis el movimiento
característico de una grande ciudad, y cuando una procesión ó cualquier otra
cosa de interés general reúne las diversas clases de la población en las plazas
públicas ¡qué espectáculo más singular! Religiosos con ricos hábitos
sacerdotales, frailes de diferentes órdenes, franciscanos, dominicos,
benedictinos, algunos de los cuales, ya sea por la dignidad de su persona ó por
la rudeza de sus modales revelan la austeridad de su orden; hombres
vestidos como religiosos con velos negros y máscaras, vendiendo figuritas de
cera que representan la Virgen; mujeres de todas clases, unas con chal y gorro,
otras con la saya y manto de seda negra puesto de modo que cubre la cara y deja
ver el aire del cuerpo; blancos y mulatos; indios de exterior sucio y
desagradable, muy diferente de las graciosas imágenes que finge la imaginación
al recordar sus antepasados, los brillantes hijos del sol; muías y asnos,
hostigados por los zambos, que suben del puerto; labradores de ambos sexos á
caballo; carruajes construidos y pintados á la española; caballeros de todas
las naciones; oficiales de brillante uniforme, unos á pie buscando las miradas
de las bellas limeñas que los contemplan, y otros refrenando sus briosos corceles;
mercaderes de nieve y chica esparcidos por todas partes como en Paris los
vendedores de cocos; mendigos implorando á las alma? cristianas en nombre de la
Virgen y de todos los santos....Todos estos grupos variados y pintorescos,
forman un espectáculo tan nuevo como sorprendente para un europeo, y mayormente
para un francés, acostumbrado á no ver en sus ciudades más que la repetición
monótona de los mismos cuadros, reproducidos continuamente á su
vista.
Lima, fundada por Francisco Pizarro en 6 de enero
de 1535, ha recibido de él el nombre de Ciudad de los reyes, esto es, de los Magos, en conmemoración
del día de su fundación, el de la Epifanía. Está situada en una vasta y fértil
llanura que forma una pendiente suave hacia el Océano Pacífico. La gran cadena
de los Andes está á veinte leguas de la ciudad, pero se extiende hasta tres
cuartos de legua de la misma en dos brazos, formando un anfiteatro, al pie del
cual está construida Lima. Las
sierras que se elevan sobre de ella 1,300 á 2,650 pies de altura, la guardan de
los vientos del N. y del E. La ciudad se extiende hacia la orilla derecha del Rímac,
torrente que baja de la montaña y que va á parar al mar después de haber
atravesado por algunos puntos de la ciudad. Se pasa á la otra parte por un
puente que no es notable más que por su utilidad, porque junta las dos partes
de la ciudad; la una de las cuales, especie de arrabal llamado San Lázaro, está
habitada por la clase inferior del pueblo, y la otra encierra el barrio más
hermoso de la ciudad ( Pl. XL1X-1).
Las calles de Lima forman todos ángulos rectos y
están enlosadas de piedras pequeñas que se traen de las montañas, por cuyo
motivo fatiga mucho el andar por ellas. La dirección de las calles es de E. á
O. formando en todo ciento cincuenta y siete cuadras , teniendo
de ancho generalmente veinte y cinco pies, y siendo regadas por un pequeño
arroyo. La ciudad tiene dos millas de largo de E. á O. y una milla y un cuarto
de ancho, desde el puente á la muralla, que está construida de ladrillos
secados al sol, de seis pies de grueso en la parte baja, ocho en la parte
superior, y generalmente ocho de altura, con un parapeto de tres pies,
flanqueado por todas partes de baluartes y formando un hermoso paseo. Al
sudeste de la ciudad hay una pequeña ciudadela, llamada Santa Catalina, que tiene artillería, unas
espaciosas casernas y un depósito militar. La plaza principal está de 480 á 500
pies sobre el nivel del mar. A un lado hay la catedral que es un precioso
monumento. Las sumas increíbles que se han amontonado en diferentes épocas en
el interior de esto edificio, no podía gastarlas sino una ciudad como esta, que
en otro tiempo empedraba una de sus calles con barras de plata cuando llegaba algún
nuevo virrey. Las balaustradas que rodean el altar mayor y los cañones del
órgano son de plata. Caldeleugh, para dar una idea del número de adornos de
plata que posee Lima, dice que en
1821 las necesidades del estado obligaron á sacar de diferentes iglesias una
cuba y media de este metal, y observaron que ni llegó á conocerse que hiciese
la menor falta. Al norte de la plaza está el cabildo ó casa de la ciudad,
construida al gusto chino. El sur está ocupado por una hilera de casas
particulares, adornadas por la fachada con una galería, debajo de la cual
cuelgan las telas y mercaderías. Esta plaza sirve para el mercado principal; á
todas horas del día es el centro de un grande movimiento, á causa del gran
número de aguadores que para proveer á la ciudad, van continuamente á sacar el
agua que mana de una hermosa fuente de cobre construida en 1653.
La iglesia de San Pedro es
notable por su arquitectura, aunque los viajeros visitan también la pequeña
iglesia construida por Pizarro, y que lía sido respetada hasta ahora, por los
temblores de tierra. Los establecimientos monásticos son en gran número y muy
ricos. La iglesia de Santo Domingo, que está cerca la plaza, es de una
magnificencia exquisita, y su campanario, construido de madera y yeso, es el más
elevado de la ciudad. El convento de los franciscanos, sin ser tan rico como el
de Santo Domingo, tiene algo de más imponente. Ocupa la octava parte de la población
y forma por si solo una pequeña ciudad. Es muy notable en él la capilla del milagro,
en donde hay una Virgen, que durante el temblor de tierra en noviembre de 1630,
se volvió hacia el altar mayor en una actitud suplicante, salvando de este modo
la ciudad de una entera destrucción. Los otros edificios públicos dignos de
notarse, son el palacio del arzobispo, situado en la plaza y cuya magnificencia
es mayor que la de todos los otros monumentos; la casa de moneda; el palacio
que ocupaba la inquisición cuando existía en el Perú; y un hermoso
establecimiento que servía de seminario á los clérigos seculares, junto a la
iglesia de San Pedro. El antiguo convento de los jesuitas, sirve ahora de
hospicio para los expósitos. En la orilla derecha del rio hay un paseo público
llamado el Paseo del agua,
á cuyo extremo hay un circo para las corridas de toros. Los extranjeros tienen
especial gusto en visitar también el Panteón que sirve de cementerio á algunos
habitantes, el cual está rodeado y dividido en algunos puntos por unas paredes
que tienen dentro los nichos para los muertos. En medio hay una capilla, ó más
bien , un altar cubierto con un techo , en donde se dice misa por los difuntos.
Hay muchos conventos de
señoras, muchos establecimientos de beatas ( especie de hermanas de la
caridad) , casas de ejercicio , en
donde las damas, dejando sus familias, se encierran por dos ó tres semanas , á
fin de ejercer actos de devoción extraordinarios, á los que no se dedican tan fácilmente
en sus casas. Hay también para las señoras una porción da conventos y casas de educación.
Tiene Lima en
un hermoso edificio con grandes salas y una escogida biblioteca, una
universidad fundada en 1551, y por consiguiente la más antigua del Nuevo Mundo.
Háyanse también muchos otros establecimientos de educación, así como un gran
número de escuelas particulares. La literatura fue muy cultivada por los
jóvenes españoles que iban á Lima, á causa de
ser siempre de una clase más distinguida que los que iban á Buenos Aires, á
Chile ó á la Nueva Granada. Muchas obras que se han publicado en esta ciudad
han sido muy estimadas, de modo que si les falta ilustración á los habitantes
de Lima, no es seguramente por falta de
medios de instruirse.
La población de Lima consta de 60 á 70,000 almas; pero
sucede en esta especie de cálculo, que casi hay tantas opiniones como
autoridades ha habido, dependiendo esto de las distintas épocas en que se han
hecho las observaciones.
Hace algunos años que por un reglamento
municipal se prohibió construir campanarios en las iglesias, á no ser que
fuesen de madera y tela pintada , lo que era para librarse de los horribles
accidentes que causan los temblores de tierra , tan frecuentes y peligrosos en
esta parte del Perú; una multitud de gente se refugiaba en este caso en las
iglesias y perecía bajo las ruinas de estos edificios ; pero algunos años después
empezaron á hacerlos de una especie de arcilla , que con el tiempo contrae una
dureza como si fuese piedra. Por el mismo motivo las casas raramente ¡legan á
tener segundo piso ; las que solo tienen uno , están adornadas con un balcón
exterior. Todas están hechas de ladrillos secados al sol, teniendo por la parte
de detrás un patio y la puerta: están cubiertas de pinturas al fresco, y cuando
delante la casa de alguna
persona notable se halla una pared de algún cercado, se la adorna del mismo
modo. Los aposentos están ricamente guarnecidos de oro y plata; las
habitaciones son generalmente cuadradas, en el estrado un largo diván guarnece
uno de los dos lados, y el suelo está cubierto con una hermosa alfombra. Los
tejados de todas las casas son llanos. Como nunca llueve, suelen componerse de
latas y tierra y se les adorna con arbustos y llores conservada en jarros.
Después de haber visitado en todos sus
pormenores la capital del Perú, acompañado por todas partes de D. Alonso, guía
tan ilustrado como obsequioso, quise conocer sus habitantes. Me presenté en
algunas casas con cartas de recomendación que había recibido de D. José García
al salir de Buenos Aires; las que, aunque eran un poco añejas, sin embargo me
sirvieron, pues como la amistad no tiene fecha y la firma era lo que valía, al
verlas fui recibido por todas partes como si fuese un amigo antiguo, siendo
admitido desde luego á los convites y reuniones de familia del mismo modo que
en Buenos Aires.
Una de las cosas que más chocan al extranjero
cuando llega á Lima es
el traje singular con que van las damas por las calles. Se las tomaría á
primera vista por aquellas fantasmas de mujeres invisibles, que los viajeros de
Oriente hallan en Constantinopla y en todas las ciudades mahometanas. Las
limeñas están dotadas de una grande hermosura; tienen la cara muy rolliza, lo
que es una prueba bastante inequívoca de la salud que reina en un país
caluroso; pero lo que más las atrae á los ojos de los españoles de origen, son sus
pies, de una pequeñez y delicadeza notables. Usan mucho, para traje de paseo en
especial, la saya y el manto. La saya es una especie de basquiña hecha de lana
y seda muy fina, negra, marrón ó verde que las cubre de pies á cabeza, con una
hebilla que les aprieta la cintura de modo que se demuestran todas sus formas más
exactamente aun, que si fuesen de escultura. Algunas damas traen la saya tan
ajustada con la hebilla, que cuasi les priva alargar la pierna para pasar los
pequeños arroyos de las calles. El manto es una pieza de seda negra que se
prende al medio del cuerpo, sube por encima de la cabeza y se envuelve por el
rostro cubriéndolo enteramente, de modo que no permite ver más que un ojo. De
pronto, parece imposible que se pueda conocer una dama con tal traje, pero la
costumbre vence luego este inconveniente. En esto consiste el traje de paseo de
todas las personas bien nacidas, y hasta de todas las clases, á excepción de
los esclavos. Durante el están las damas no llevan bajo la saya y la mantilla más
que una camisa bordada y una pañoleta. Por causa de este traje se las llama tapadas ( Pl. XLIX. — 2).
Esta costumbre de usar velos ó ir tapadas, en otro tiempo ha llamado la atención
de los legisladores españoles, por los muchos inconvenientes que han hallado en
cuanto á la moral; cuatro leyes del estado la habían prohibido sucesivamente
desde Í586 á 1639, pero todos los esfuerzos han sido inútiles y solo la iglesia
ha podido obtener que las señoras se presenten sin velo en la procesión del
Viernes Santo. ¡Alegan, en efecto tan buenas razones! Que el sol ennegrece su
tez, y que de este modo puede visitar los enfermos y ejercer otras obras de
caridad sin ser vistas.
Por casa las limeñas jamás se cubren la cabeza, dejándose
suelto el cabello en una sola trenza que baja hasta la cintura. Llevan un
vestido de muselina blanca ó de color que deja ver el pecho medio desnudo,
contentándose con echarse con descuido un chai sobre las espaldas. Son muy
agradables y reciben á los extranjeros con una gracia y afabilidad seductoras;
son obsequiosas y bondadosas , y si á estas cualidades añadiesen las ventajas
de una educación menos descuidada podrían, llegar á ser el orgullo de una
sociedad ilustrada y contribuir á su progreso, aunque cuasi no se conocen las
relaciones entre familias ni hay tampoco aquellas tertulias que son el encanto
de Buenos Aires, de modo que apenas pueden reunirse los elementos para un baile
europeo, á los que las limeñas suelen presentarse también con sus velos. Cuando
se da alguno, suelen ponerse las mujeres por las puertas y ventanas de sus
casas, á fin de ver lo que pasa en él, lo que es muy fácil atendida la
costumbre que tienen de dejar las casas abiertas á fin de que entre todo el
aire posible. Muchas veces la sala del baile se desocupa durante las danzas, y
los hombres deben ir á buscar á sus bailadoras, que en algún rincón obscuro se
están chupando un buen cigarro. Ambos sexos, de cualquier clase que sean,
suelen fumar bastante. Al levantarse por la mañana encienden el cigarro, y por
la noche se duermen también con el cigarro en la boca , y hasta después de la revolución
fue preciso que el protector diese una orden para prohibir tal uso en el
teatro.
En Lima hay
mucha afición al juego, tanto en casa de los hombres como en la de las mujeres,
lo que muchas veces ha sido la causa de la ruina de algunas opulentas familias.
La primera lección que reciben las señoritas antes de entrar en el mundo, es
una lección de juego, de modo que todos los viajeros están conformes en señalar
aun á las casas más distinguidas, como verdaderos garitos.
Es preciso atribuir estos graves yerros en que
suelen caer las mujeres de Lima, á la falta
absoluta de educación, pues tienen una multitud de buenas calidades, que se
convertirían fácilmente en virtudes. Créese que no deben ser muy buenas para el
gobierno de la casa, pues que jamás se ocupan en los negocios domésticos,
abandonándolos siempre al cuidado de un esclavo de confianza ó de un mayordomo.
El haber estado en una casa de las más
distinguidas de la ciudad, me sirvió mucho para recoger algunos pormenores
sobre el modo como pasa el día la gente de alto copete. Después del almuerzo,
que consiste invariablemente en una taza de chocolate con pan y un vaso de agua
fresca, la familia suele ir á misa siguiéndola una esclava con una alfombrilla
sobre la que se arrodillan las señoras durante el oficio, por motivo de que en
las iglesias no hay ni bancos ni sillas. Después de la misa es costumbre ir en
coche á unos baños que distan de la ciudad un tercio de legua, y á los que se
va por una hermosa alameda, á lo largo de las orillas del Rímac. Durante el
estío son frecuentados por una infinidad de señoras que permiten á los hombres
que les hablen en la puerta, mientras ellas están gozando de los placeres del
baño.
Al mediodía, la familia se reúne en la sala ó salón
para esperar las visitas. Si son hombres los que van, saludan separadamente á
cada uno de los miembros de la familia y se sientan en los sofás que están á
ambos lados del aposento; si son mujeres, las señoras se levantan y las
abrazan. Durante la visita las señoras de la casa tienen delante de ellas una
cesta de flores ó de dulces en forma de corazón, ú otros emblemas semejantes, que
presentan á los que van de visita; teniendo
á más la costumbre de rociarse con sus amigas de agua de olor, delante todo el
mundo.
A las dos, las visitas se despiden así que
toca la campana de ir á comer; y se cierran todas las puertas. Entonces se ven
los esclavos que van á las tabernas para proveerse de sal, manteca, especies y
vinagre, de lo que están desprovistas las casas y no se lo procuran hasta el
momento en que les precisa la necesidad.
La comida del mediodía se compone de una
multitud de pequeños platos y de otros dos de resistencia, la chupe (mezcla de pescado, huevos, queso
y patatas) la olla con garbanzos (llamada puchero en el Perú), compuesta de buey y
tocino hervidos juntamente con arroz, coles, guisantes, patatas y cohombros con
muchas especias. Después de comer, las señoras van en coche á la alameda y dan
dos ó tres vueltas, volviéndose de lado para mirar á los que pasean, ó para
recibir los cumplimientos de los caballeros que se las acercan yendo y viniendo
con sus hermosos caballos de regalo. Un poco más tarde se van al puente para
gozar del aire del mar y del silencioso valle de Lima, que linda por un lado con el
Océano y por el otro con la gigantesca Cordillera, una de las vistas más
pintorescas que pueden contemplarse al resplandor de la luna del Perú. Al
volver del puente, todo el mundo va á la plaza para tomar el fresco; se bebe
agua helada y se comen frutas que las sirven las negras vestidas con mucho
aseo. Es de gran tono pasar allí una hora conversando y riendo, aunque todo se
hace del modo más decente. Mientras la familia se divierte en la ciudad, los
criados se divierten también en casa. Tocan mucho la guitarra y el arpa; se
baila, se canta y se juega á la gallina ciega. Los negros de Lima son músicos por naturaleza, y las negras cantan con mucha precisión y gusto,
prefiriendo siempre las canciones amorosas. Los esclavos son muy felices en Lima. En cada
casa hay una gran porción y cuasi nada tienen que hacer: los hombres se están
en pie detrás de sus señoras durante la comida, y las mujeres cosen. El modo
con que los españoles tratan ii sus esclavos honra en gran manera su carácter,
y se diferencia mucho del modo con que los portugueses tratan á los suyos.
Durante mi permanencia en el Perú y en Buenos Aires jamás he visto castigar á ningún
esclavo, siendo así que en Rio Janeiro y por todo el Brasil he visto muchas
veces lastimadas á latigazos las espaldas de los esclavos por las faltas más
leves.
Si la familia se queda en casa por la noche
para recibir visitas, se sienta también en corro lo mismo que por la mañana en
una grande sala, alumbrada por una sola bujía. Las diversiones más usadas en Lima son los naipes, el ajedrez y la
música. Además hay las corridas de toros, en cuyo anfiteatro es preciso
presentarse con mucha cortesía. El anfiteatro (circo de toros) está situado en medio de la
alameda y á la mitad del camino de la ciudad y de los baños i y
consiste en un grande circo, en cuyo centro hay á trechos unos pilares que
sirven para proteger á los combatientes contra el furor de los animales. La
arena está rodeada de paredes de arcilla, en cuyo interior hay asientos y
bancos para las diversas clases de espectadores, cuyo número siempre asciende á
10,000 personas. En tiempo de la conquista del país estos sangrientos juegos
rivalizaban en Lima con
los que se celebraban en Sevilla, tan famosos. Habían sido abolidos por San
Martin en 1822, lo mismo que en Buenos Aires, Rio Janeiro y Chile, por los
diferentes administradores de estos países; pero fueron restablecidos ó al
menos celebrados de nuevo con grande aceptación, cuando pasó Bolívar, que era
aficionadísimo.
Los limeños son incapaces de hacer nada útil.
Como puedan fumar un buen cigarro quedan ya cumplidos todos sus deseos: si la
desgracia les persigue se abandonan á la desesperación y á todos los horrores
de la indigencia, estando igualmente faltos de la energía necesaria para sufrir
un contratiempo y de la serenidad con que podrían soportarlo. Casi parece increíble
que en una población tan considerable y con un comercio tan extenso como es la
de Lima, no haya más que dos ó tres
almacenes peruanos entre Lima mismo
y el Callao. Todo el comercio lo hacen los extranjeros. Si alguna vez halláis
por las calles de Lima, un hombre de
cara pálida y larga, embozado con un largo capote muy apretado en torno del
cuerpo, con su cigarrito de papel en la boca y un sombrero pequeño en la
cabeza, estad seguros de que es un limeño. Por casa los limeños se quitan el
capote que usan tanto en invierno como en verano. Conservan aun las costumbres
antiguas: vestidos bordados, medias de seda y la grande caña con puño de oro.
Esta carencia de energía física y moral, debe
atribuirse á dos causas; á la falta de educación y al clima. Muchos peruanos
que se han educado en Europa, han mostrado tanta capacidad como los hombres más
civilizados; y muchos eclesiásticos que han estudiado fuera del país,
despliegan mucha actividad y conocimiento. La política de España se ha opuesto
siempre á la propagación de las luces entre los legos de la América del Sur,
cuyo espíritu de obscurantismo ha producido más efecto en el Perú que en
cualquier otro punto, á causa de estar secundado por el clima; no porque un exceso
de calor debilite el sistema y trastorne la máquina, pues que el termómetro
raramente asciende á 82° de Farenheit; sino porque en la atmósfera hay una
fuerza debilitante que constantemente y hasta en todas las estaciones despoja
de su vigor á la naturaleza.
La población de Lima se compone de tres clases de
hombres, blancos, mestizos, negros y mulatos. Los blancos son los descendientes
directos de los primeros conquistadores del país, á cuya clase pertenecen las
familias más ricas y respetables de Lima; los
emigrados españoles miran á los blancos como inferiores suyos, y hasta los
niños de padres españoles, nacidos en América, son tratados por ellos como si
hubiesen perdido su rango en la sociedad. Los mestizos son tenderos, manufactureros
y operarios. Son designados generalmente con el nombre de comerciantes y artesanos. Hábiles é industriosos, forman la
parte más útil y numerosa de la población, y suelen ser la mayor parte sastres,
zapateros, plateros y fabricantes de cigarros y chocolate. Los negros y mulatos
son esclavos ó ejercen los oficios más penosos de la capital, como son mozos de
cordel, faquines y aguadores. En Lima se hallan muy
pocos negros americanos, y los pocos que hay cuestan muy caros. Los mulatos son
muy buenos mozos, fuertes, pero poco laboriosos, porque les es muy fácil
ganarse la vida. Tienen fama de ser grandes ladrones y frecuentan mucho las
tabernas (chinganas), en donde se entregan á diversiones de mucha algazara.
Como son buenos músicos, tocan la guitarra y una especie de tambor, y hacen á
menudo unos bailes muy obscenos á los que he visto concurrir ciertas señoras
que pasan por respetables, sin el menor escrúpulo.
No se hallan vestigios de pueblo aborigen sino
á tres leguas más allá de la capital en la aldea de Chorrillos, habitada por
indios, que son la mayor parte pescadores,
alimentándose de pescado, maíz y caña de azúcar. Los hombres usan el poncho y
las mujeres un jubón holgado y un chal de lana de llama; son asquerosos y
sucios cuanto pueda decirse, y tienen los ojos pequeños, la nariz ancha y
chata, los carrillos abultados, la cabellera negra y áspera y la tez de color
de bronce. ¿Creeríase, pues, que las vírgenes del sol, tan celebradas por su hermosura,
pertenecían á la misma raza, y que no es más que una exageración poética todo
cuanto se ha dicho de esta misma hermosura?
A pesar de la revolución que por todo ha
ocasionado grandes cambios en los ánimos y hasta en los asuntos de religión,
los habitantes de Lima han
quedado, más que todos los otros americanos, en el imperio de la superstición.
Muchos de ellos se dejan gobernar todavía por los religiosos, que la mayor
parte no son más que hombres de costumbres relajadas. La ciudad tiene una
especie de celebridad proverbial por el desarreglo y disipación de sus
habitantes, siendo llamada; el cielo de las mujeres, el purgatorio de los maridos y el infierno de los asnos. Cuasi
todos los viajeros han acusado á las limeñas de una corrupción la más arraigada
ó al menos de la coquetería más refinada. Muchos han fundado sus asertos en
pruebas desgraciadamente irrecusables: más suponiendo que no es exagerado lo
que dicen de sus directores espirituales, confidentes de sus pensamientos, y
depositarios de todos los secretos de sus familias, ¿ no pueden las mujeres
justificarse por su ignorancia y por las costumbres que permiten la introducción
de un hombre tan influyente, como es el sacerdote confesor, en el seno de su
familia? Estas acusaciones se dirigen sobre todo al clero regular ó frailes,
pues que entre los eclesiásticos seculares se hallan muchos hombres
esclarecidos cuya piedad y vida son ejemplares.
Los limeños son muy presumidos, y les gusta
mucho todo lo que brilla; la pompa, esencial para el culto católico, favorece
este gusto particular, y en las muchas ocasiones en que los santos de
diferentes iglesias van en procesión a visitarse recíprocamente el día de su
fiesta, las calles y los balcones están llenos de gente. Yo he visto caer
lluvias de llores sobre los santos desde las ventanas, y el populacho lanzarse
para recoger estas flores santificadas y conservarlas como reliquias. Lo mismo
sucede cuando va á darse el viático á algún enfermo. Si la persona es de un
rango distinguido, el viático va á la casa en un rico coche con cuatro
caballos, seguido de una procesión á pie con velas y cirios, y escoltada por
soldados para conservar el orden. No se ostenta menos lujo en los funerales de
los ricos, pero es preciso decir que continuamente se exhalan pestilencias del
cementerio, por contentarse con enterrar los cuerpos i la superficie de la
tierra. Hay otro uso desagradable que está muy en boga entre las clases inferiores,
y es el de exponer á sus hijos en alguna iglesia, sin duda para ahorrarse los
gastos del entierro. Quedan expuestos hasta que un carro fúnebre pasa á
recogerlos y se los lleva á la tierra, visitando sucesivamente todas las
iglesias para este objeto; y como no se hace ninguna diligencia, ni para
averiguar cuáles son sus padres, ni la causa de su muerte, es muy de temer, que
en una ciudad tan inmoral como Lima, sea muy
frecuente el infanticidio. Ya me había quejado otra vez de la importunidad que
causa el ruido de las campanas de Arequipa, pero aun es peor en esta ciudad; y
es tan extraordinario, que cuasi podría ser armonioso si estuviese mejor
arreglado, por motivo de que entra mucha plata en el metal de que se componen
las campanas. El primer ministro de San Martin babia tomado medidas para cortar
el abuso de tal campaneo, pero sus reglamentos no sirvieron á pesar de su
autoridad, por mirarlos como irreligiosos.
El clima de Lima es
uno de los mejores del mundo. En verano los ardores del sol se suavizan con las
nubes que continuamente hay sobre la ciudad, aunque no se las ve bien, á causa
de la elevación de las montañas. Durante los meses de invierno, de abril ó mayo
hasta noviembre, hay nieblas húmedas (garuas), que en las otras estaciones del
año se manifiestan en los cambios de la luna. Estas humedades suben por la
mañana con la brisa que viene del 0., y al llegar al mediodía, durante el
estío, las disipa el sol; pero vuelven después con la brisa de tierra que viene
del S. O. Durante los meses de invierno, el sol se obscurece á menudo por
espacio de algunos días, sucediendo un fenómeno bastante singular, y es que en
la sierra vecina llueve con mucha violencia acompañando á la lluvia grandes
truenos y relámpagos, mientras que las nieblas húmedas fertilizan
incesantemente el valle de Rímac. Esta particularidad en el clima es propia
solo de algunos puntos del Bajo Perú, en los cuales la Cordillera está más
cercana del Océano, de la Bolivia y de una parte de Chile; pues que más al N.,
en el Guayaquil, en donde es de consideración la distancia que hay entre las
montañas y el mar, las lluvias son muy frecuentes y fuertes, siendo así que hay
muy pocas nieblas. Por esta misma causa el valle de Rímac está poblado por todo
de una grande variedad de árboles y de plantas hermosas y útiles, como me
convencí de ello en una excursión que hice de algunas millas por las cercanías
de la ciudad. Fatigado de tanto andar, entré en casa de un propietario, por
quien tuve el gusto de saber algunas cosas del país, así como también por
algunas otras personas de los alrededores de Lima (pl. LX1X.—3).
Después de haber descansado y refrescado en su
casa, fue preciso para darle gusto, que le siguiese id jardín y al huerto,
provistos ricamente uno y otro de mil producciones del país. Con esto pude
hacer allí un curso completo de botánica peruviana. « El azúcar, el arroz el
tabaco, las batatas y el cacao crecen en lugares calientes, me dijo; la cepa y
la quina en los lugares fríos, y la papa amarilla (patata amarilla) en la sierra, á
unas treinta leguas de nuestra capital, por causa de convenirle estar en
lugares elevados. En este punto llegamos á tener hasta tres especies de maíz
muy bueno, y ya ha visto V. en nuestras llanuras mucha alfalfa, yuca y
fríjoles, que son el principal alimento de los pobres. También cultivamos
muchos tomates y aceitunas, aunque el aceite que producen no es tan bueno como
el de Francia é Italia. Tenemos manzanas y peras, aunque no en mucha
abundancia; diversas especies de albérchigos, albaricoques, gruesos membrillos,
higos, granadas, melones y sandías gruesas y de buen gusto; aquí está el vicuri, el árbol de pan (musa paradisiaca), que nos lo trajeron
de Taití en 1769; la lucuma, cuyo fruto es como una naranja; la palta (laurus persia) , árbol grande y hermoso,
y toda estotra multitud que aquí ve V. El fruto más notable en el trópico, y
que nosotros también tenemos, dulce y ácido á la vez, es el de nuestra chirimoya, que tiene la forma
de un corazón y que pesa hasta tres libras, hallándose muy comúnmente en los
bosques de Huánuco algunos que pesan quince y veinte libras, y aún más. Ya sabe
V. que nuestras señoras son muy aficionadas á las flores, las que pagan muy
caras, y ha visto de todas clases en las azoteas de sus casas, en cuyo lugar
las ponen para cultivarlas. Ha observado V. que la mayor parte de nuestras
flores indígenas son amarillas, siendo así que por las montañas son todas
Llancas, por lo que se dice proverbialmente: oro en la costa, plata en la sierra. Ahí tiene V. el floripodio (datura) cuyas flores
tienen el olor del lirio, aunque causan dolor de cabeza, el tuche con sus flores en forma de campana
y la aroma (accacia), cuyo nombre merece bien por su olor.... » Como me convenía
volver á la ciudad determiné poner término á la obsequiosa habladuría del
botánico peruano.
Lima está libre
del azote de las tempestades, pero está expuesta á un fenómeno mas desastroso
aun, que son los temblores de tierra; los cuales suceden todos los años en la
época que desaparecen las nieblas, para que se desarrolle el calor del estío.
Suelen empezar regularmente dos ó tres horas después de ponerse el sol ó un
poco antes de salir, siendo su dirección de S. á N. Se han sufrido muchos
temblores de tierra desde fines del siglo XVI, á principios del XIX (de 1586 á
1806). El de 1678 se hizo sentir particularmente por las cercanías de Lima y sobre todo por toda la línea de
la costa. Los trigos, el maíz y los otros cereales fueron destruidos
completamente, y por espacio de algunos años después la tierra nada produjo.
Caldeleugh explica este fenómeno por la influencia que los temblores de tierra
ejercen en las corrientes de los ríos y sus manantiales, secándolos ó desviándolos
de modo, que hacen volver estériles algunos lugares, poco antes conocidos por
su fertilidad, y fertilizan otros en que la esterilidad era mirada como
irremediable. Los grandes temblores de tierra de 1687 y 1786 fueron seguidos de
lluvias, y después del violento sacudimiento de 1806 las calles de Lima estuvieron inundadas por espacio
de algunos días.
Las calenturas intermitentes, llamadas
tercianas en Lima, son
frecuentes durante los meses de marzo y abril y al principio del otoño, pero á
no ser esto, la ciudad estaría libre de toda clase de epidemias. Las personas
que llegan á la edad de cincuenta años, pueden contar que vivirán aun hasta
ochenta y más, por lo que se llama Lima el paraíso de los viejos, aunque hay comúnmente muchos
catarros, asmas y afecciones pulmonares.
Había llegado la hora de dejar á Lima y dirigirme por el N. hacia Trujillo;
aunque me sabia mal tener que dejar detrás los departamentos interiores de
Cuzco, Ayacucho y Junín situados al N. del de Puno y á lo largo del de Lima, al E. de la Cordillera oriental.
Entretanto me era imposible volver á pasar por tercera ó cuarta vez esta penosa
barrera, siendo así que aún tenía muchas cosas que ver en el resto de esta
América, que debía recorrer enteramente. D. Alonso, que había visto estas
provincias más por extenso, quiso por despedida hacerme una descripción de
ellas, de la que voy á relatar los puntos más importantes.
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